Felices Shakespeare y Cervantes (e tutti quanti), porque ellos nunca tuvieron que responder a preguntas como "¿Qué ha querido vd. decir en Hamlet?" o "¿Es el amor el único y verdadero tema de toda su obra, incluido el Quijote?", ni se vieron forzados a responder a ningún papelista memeces tan huecas como “El acto de escribir supone para mí un trabajo de aproximación crítica al conocimiento de la realidad y también una forma de resistencia frente al medio que me condiciona”. Sí, felices. Eran otros tiempos.
↧